viernes, 10 de julio de 2015

La historia de San Cristóbal, el santo gigante que no existió


Una leyenda imaginaria de un santo que sigue siendo muy real en numerosos rincones de Sevilla

Lo representó Martínez Montañés y Mateo Pérez de Alesio, en pinturas murales o en tallas de madera, a la entrada de las iglesias o dispuesto para la procesión. En la iglesia ortodoxa se le rinde culto como a un bárbaro giganteque fue ejecutado bajo el emperador Decio por predicar la fe cristiana, martirio que llegó tras haber realizado numerosos milagros. En la Iglesia católica su culto, a pesar de su extensión y de su importancia histórica, fue puesto en duda por el Vaticano en 1969. Una historia apócrifa con tintes de leyenda medieval.

Su devoción hunde sus raíces en laEdad Media y tiene una base legendaria, basada especialmente en la publicación del dominico Santiago de la Vorágine en el siglo XIII de su popularLeyenda Dorada, donde sitúa al gigante de doce codos (cinco metros de altura) como un personajes orgulloso de su fuerza que ayudaba a los viajeros a atravesar un peligroso río, llevándolossobre sus hombros. La leyenda afirma que en una ocasión, ayudó al niño Jesús a cruzar el río; sorprendido por su peso, el Niño lo orientó a cargar sobre su espalda los pecados del mundo, tras lo cual bautizó al gigante y le encomendó la predicación. El nombre de Cristóbal (del griego Χριστοφορος, Christóforos‘portador de Cristo’) le vendría de esta hazaña, a la que unirían numerosas anécdotas como el florecimiento de su vara y otros añadidos. En la Europa medieval se acabarían tejiendo numerosas leyendas medievales en torno a su figura que explican su representación artística.

Restauración del mural de San Cristóbal del convento de Santa Paula / ATÍN HAYA

Así, San Cristóbal era protector contra las muertes repentinas en las que no daba tiempo a la confesión. Bastaba con ver su imagen por la mañana para que el fiel estuviera protegido durante todo el día, algo que recogían numerosos refranes en siglos pasados: «Si del gran San Cristóbal hemos visto el retrato, ese día la muerte no ha de darnos mal trato». Esto explica su presencia en las iglesias, en pinturas de gran tamaño situadas junto a la puerta de los templos: bastaba entrar un momento y mirar al gigantón pintado junto a la puerta para asegurarse la vida durante una jornada. No era mala inversión.

Este era el sentido de las grandes pinturas murales con su iconografía que existieron en San Julián o en Santa Marina, o la que se conserva, felizmente restaurada con el apoyo de la Real Maestranza de Caballería, en elconvento de Santa Paula. Junto al cancel de la iglesia, sobre los ricos azulejos del templo de las jerónimas, se sitúa una pintura mural anónima que incide todavía más en la leyenda del santo: no sólo porta al Niño sino también a una gran piedra de molino, demostración de arrogante fuerza que viene a interpretar en la Edad Media y en el siglo del Renacimiento (época de la pintura) al enfrentamiento entre la fuerza y la razón, del episodio de David y Goliat del Antiguo testamento a las luchas griegas entre centauros y lapitas, la rudeza frente a la razón.

En la Catedral

San Cristóbal de la. Catedral / C. V. CERVANTES

La pintura mural del convento de Santa Paula sigue el gran modelo de la ciudad, el portentoso San Cristóbal que realizó en 1584 el pintor italiano Mateo Pérez de Alesio. Junto a la actual tumba de Colón se conserva esta espectacular obra de un pintor italiano, discípulo de Miguel Ángel, que participó en la decoración de la Capilla Sixtina y que llegó a ser pintor de cámara del Papa Gregorio XIII. Tras introducir las formas del Manierismo en la isla de Malta, llegó a Sevilla en 1583, portando dibujos de Miguel Ángel que ayudaron a la introducción de sus formas monumentales en la ciudad. En 1584realizó la colosal pintura del santo, de11 varas de largo y un tercio de altura, una composición cargada de detalles y hasta de anécdotas (los guías suelen señalar los seis dedos que parece tener uno de sus pies), y que tuvo una copia allende los mares: entre 1588 1628 Pérez de Alesio residió en Lima, donde aportó grandes novedades a la pintura virreinal, creando una amplia producción que incluyó una copia del San Cristóbal de Sevilla para la Catedral de Lima.

San Cristóbal y San Antonio Abad, del Museo de Bellas Artes

En la iconografía sevillana de San Cristóbal hay antecedentes medievales. A pesar de las notables pérdidas de la pintura mural medieval en la ciudad, en el Museo de Bellas Artes se conservan una serie de tablas del siglo XV que pertenecieron al convento de San Benito de Calatrava, una serie anónima de gran interés que algunos autores sitúan en el círculo del pintor de Juan Sánchez de Castro y que, en su tabla junto a San Antonio Abad, nos muestra al santo con los atributos tradicionales y con algunos elementos de gran interés, como los pequeños personajes que cuelgan de su cinturón, el rico damasco de su túnica, o las tres partes del mundo conocido en la época que aparecen en el globo terráqueo que porta el Niño: Europa, Asia y África.

La imagen de Montañés

De la pintura a la madera. Una de las representaciones más conocidas de San Cristóbal en Sevilla es la primera obra documentada de Montañés, un encargo de la hermandad gremial de los guanteros de Sevilla que se contrató el 19 de agosto de 1597 por cuatro guanteros feligreses de la collación del Salvador y vecinos de la calle Francos: Lucas Chamorro, Gabriel Ramírez, Diego de Rivera y Luis Gómez. Hoy conservada en la iglesia del Salvador, además de la procesión en el día de su festividad, salía también en el cortejo del Corpus de la hermandad sacramental del templo.

Una talla colosal que alcanza los 2,47 metros, la de mayores proporciones realizadas por su autor. Sigue las formas propias de Manierismo italiano de la segunda mitad del siglo XVI, en su monumentalidad y en la valentía de su postura, aunque el conjunto se caracteriza por el equilibrio y la perfección anatómica del santo.

El San Cristóbal del Salvador / IAPH

Realizado en madera policromada en el habitual tono mate de su autor, está vestido a la usanza de la Sevilla de 1600 (un ropaje popular de calzas remangadas que se repetirá en otras piezas del siglo XVII), y fue concebida para procesionar, lo que se constata en el juego de líneas abiertas en que se organiza su composición .

En el contrato de la obra se especificaba que Montañés emplearía madera de pino de segura y que el grupo escultórico estaría ahuecado por dentro para aligerar su peso. También se indicaba como plazo de entrega el mes de mayo de 1598, tiempo que se cumplió, ya que la imagen formó parte del cortejo del Corpus de ese año, tiempos de subvenciones en los que el Ayuntamiento dotó a la hermandad de los guanteros con 30 ducados como ayuda que contribuyera al pago de una obra cuyo coste total ascendió a 110 ducados.

Patrón del gremio de transportistas, Cristóbal también fue invocado como sanador de la enfermedad del panadizo o inflamación de los dedos de la mano, lo que explica que fuera el gremio de guanteros el que encargó la realización de su imagen a Martínez Montañés.

En Italia, Sevilla o Lima. En las procesiones de Perú. En la medalla del taxi. En el almanaque del camión. En el muro de la iglesia. En la tabla medieval. Hasta sobre la furgoneta que en alguna ocasión fue trasladada la imagen del Salvador. Una leyenda imaginaria de un santo que sigue siendo muy real en numerosos rincones de Sevilla.

1 comentario:

  1. Quien es usted para afirmar en el títular del escrito que San Cristobal el gran martir de Licia no existio?Cuando a sido un Santo tenido por milagroso y auxiliador del pueblo Cristiano desde tiempo inmemorial,defendido por grandes Papas,Santos y padres de la Iglesia.Igual usted o el''papa moderno''que afirmo que no existió suprimiendolo del Santoral lleban mas razon que los padres de la iglesia,puede ser..no?.

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