jueves, 22 de octubre de 2015

poesia cofrade - madre sevillana


MADRE SEVILLANA

Tus manos mecían mi cuna, hasta mis primeros pasos,
Cuanto daba por tu abrazo con mi miedo a la penumbra……..
Principio de prioridades,
Es mi Fénix de hermosura
Y mi estrella de los mares
Manos que mecen la cuna
Con suspiros maternales.
Un día sentí en tu vientre,
Un llamador con tres golpes
Y al grito de tus dolores
Levanté el llanto hacia el cielo,
Clamando tu dulce nombre.
Palio no te acredita,
Ni oraciones ni abadía
Pero eres madre bendita
Que de angustias resucita
Y no te llamas María.
En la Sevilla mariana,
Donde se agrupan las almas,
Tú sin estar coronada
Ni de flores ornamentada
Siempre te llevas la palma.
Eres azahar floreciente,
De una calle, de una plaza,
Y más pura y transparente
Que la virgen de las aguas.
Eres la llama encendida
Y tus ojos son dos lirios,
Pareces la candelaria
Por jardines de Murillo.
Te llamaran Hiniesta,
De Regla, o del Carmen,
Te pueden llamar Loreto,
Monserrat o del valle
Y seguirás siendo reina,
Señora y madre.
Mayor dolor y traspaso,
Es sentir la soledad
Y la ausencia de la paz,
Que da el calor de tu abrazo.
Llena eres de gracia.
Prolífica creadora,
Y en muestra de gratitud,
Hoy te escribe quien te adora,
Quien soñó en tu mecedora
Y no se llama Jesús.
Dame la luz que guía,
El sendero de tu piedad,
¡AY! dámelo “mare” mía,
Dámelo por caridad.
Quiero dormir en tu pecho,
El sueño de ser un niño,
Que encuentra en ti su refugio,
Como ave que vuelve al nido,
En este mundo inseguro.
Y sin ahorro en elogios,
No tiene días ni horas
Y es primera auxiliadora,
Cual llamada de socorro.
Los misterios dolorosos,
“Pa” tus adentros se quedan,
Camuflados para siempre,
Entre hojas de esperanza
Y entre plantas de azucena,
Con un jardín en Triana
Y otro en la Macarena.
Lo digo en contundencia,
Sepan vuestras Mercedes,
Que una rosa sevillana,
En un ramo de claveles,
Destaca con diferencia.
De la familia el pilar,
Fuiste siempre cruz y guía,
Ni en el cielo los ángeles
Consiguen mejor sonrisa.
La sabia naturaleza
De estos sentimientos míos,
Ahogarán a tu penas
Y de Paso a tus tristezas,
Con las gotas de rocío.
Te podrán llamar rosario,
Doloroso o de la aurora,
Yo te lo diré, señora,
De una forma más sencilla.
Para mí, serás y eres,
Bendita la más bendita,
De entre todas las mujeres,
De este reino de Sevilla.
 Siempre estaré a tu merced, como lo está el giraldillo a expensas de la Giralda,
      Serás consuelo y delirio, de mi alegría el patrocinio, y la concepción del alba.
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