sábado, 31 de octubre de 2015

Fracasa el pacto aero de la madruga


AYER era el día D. Todo estaba previsto para cerrar a mediodía el acuerdo entre las seis hermandades de la Madrugada y acabar con una polémica que va más allá de lo estrictamente cofradiero, pues se trata de un asunto que interesa directamente a la seguridad de la ciudad en la noche principal del año. La Madrugada tiene que dejar de ser a ciertas horas una nochevieja con pasos para volver a ser lo que siempre fue. Como el plan montado por el Consejo por medio de una consultora privada no gustaba nada al Gran Poder, las hermandades optaron por trabajar una alternativa entre ellas, una solución consensuada sin mediadores. Con ese objetivo se afanaron los seis diputados mayores de gobierno. La verdad es que cogieron algunas ideas del polémico plan, como son las variaciones de algunos recorridos, y descartaron la principal: el orden de paso por la carrera oficial no se modifica. Hecho casi todo el trabajo previo, tocaba que los seis hermanos mayores se vieran las caras, peinaran algunos flecos y sellaran el pacto. Y eso debía ocurrir ayer. ¿El lugar? El muy discreto salón de los espejos del selecto Aero, la estancia también conocida como la pecera, desde donde se ven los peatones (y bicicletas) de la Avenida sin ser visto. Cuentan que en el Aero eran elegidos los alcaldes de Sevilla en otros tiempos, cuando no se precisaba de pactos para gobernar, precisamente, sino tan sólo del visto bueno procedente del Pardo.

En la pecera se coloca una mesa para seis. Sin representantes del Consejo ni diputados mayores de gobierno. Todo iba sobre ruedas. Todos aceptan no alterar el orden de paso. El Gran Poder no da muestras de desacuerdo alguno, pues se queda en segundo lugar y hace el camino de regreso por donde siempre. El Calvario adelanta su salida unos diez minutos. La Esperanza de Triana tiene que hacer la ida por Canalejas y Bailén, con un esfuerzo especial para dejar libre el paso al Gran Poder por Gravina, por lo que se pospone la posibilidad de cruce entre ambas cofradías. El Silencio alarga su retorno por San Miguel para evitar el cruce con la Macarena y Los Gitanos acepta también una suerte de rodeo a la ida. La clave de este acuerdo es que todas las cofradías se comprometen a un esfuerzo especial, a un juego de compresiones, rodeos y leves modificaciones de recorrido para no sacrificar más a la gran sacrificada: el Gran Poder, cuyo cortejo es el que más se aleja de su propio templo en el recorrido de regreso.

Pero todo se vino abajo cuando el hermano mayor de la Esperanza de Triana confirmó las reticencias de su diputado mayor de gobierno. No tiene nada claro que su cofradía pueda comprimirse tanto ni que los pasos quepan por la estrechez de Bailén, un tramo donde ya ha habido casos de autobuses taponados. Se harán las mediciones oportunas, pero con un recelo inicial que no aventura buenos resultados. La Esperanza de Triana ya ha sufrido en los últimos años para dejar libre el cruce de San Pablo y Zaragoza a la cruz de guía del Gran Poder, metiendo el paso de palio entre los nazarenos de los últimos tramos.
Con la Madrugada nuevamente enquistada, esta vez por el rechazo procedente de Triana, hay quien augura que esto huele a decreto antes de Navidad. El Aero ha dejado de ser el talismán para las grandes decisiones de la ciudad

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