Llega la víspera de un día importante en Sevilla marcado en rojo en el calendario, el de la Inmaculada. Con él, se encenderá la segunda vela del adviento, la morada, el color de la pasión. Como indica el rito de la tradición, en la capilla del Dulce Nombre de Jesús, la Virgen de las Tristezas bajará para tender su mano. De esta forma, la Vera Cruz renovará su voto concepcionista. Para que esto se cumpla, la dolorosa de Illanes se sitúa en lo más alto del templo después de regresar al culto en la penumbra. Meses de trabajo hace que en tan solo 3 días podamos ver a la Virgen de las Tristezas de dos maneras diferente. Aquí en este altar varios elementos significativos de la Vera Cruz lo componen como es el Santo Lignum Crucis o los ángeles ceriferarios que custodian cada Lunes Santo al Cristo de la Vera Cruz.
El sueño se convertirá un año más en realidad. Por eso mediante esta imagen que nos remonta a tiempos atrás, la Virgen de las Tristezas vive la víspera de la fiesta de la Inmaculada.
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