lunes, 1 de diciembre de 2014

Ernesto Sanguino: «Yo no dejo el mundo del martillo»



El capataz Ernesto Sanguino Gómez ha sido hasta la fecha el hombre de confianza deAntonio Santiago durante varios lustros. Lleva más de treinta años en el mundo del costal y ha decidido recientemente dejar a la familia Santiago en estos menesteres. Su gran maestro ha sido, es y será siempreManolo Santiago del que habla como si fuera un "Apostol de la Iglesia" por las grandes virtudes que atesoraba.

 

Esta semana ha entrado a formar parte delConsejo del Real Betis Balompié,circunstancia que según el no ha tenido que ver nada con la "ruptura" con Antonio Santiago al frente de los pasos, siendo otros motivos que lleva valorando desde hace dos años. 

 

Estuvimos con este cofrade sevillano que expresó su estado actual, los pormenores de las circunstancias que le han llevado a tomar ciertas decisiones y su futuro dentro de las cofradías. Estas fueron sus manifestaciones respectos a estas temáticas. 

 

- ¿Por qué motivo deja de mandar pasos con la familia Santiago?

Únicamente por la enorme cantidad de tiempo que hay que dedicar para atender adecuadamente al número de cofradías, tanto de penitencia como de gloria, que han confiado en Antonio Santiago; tiempo que ya no tengo y, siendo consecuente conmigo mismo, he creído que había llegado el momento de poner fin a una etapa.

Si me quedaba, era para cumplir puntualmente y sin excepción con el compromiso que asumes, y si no puedes asumirlo con honestidad y convicción, lo mejor, a mi entender, es no seguir.      

 

- ¿Ha tenido que ver para esta decisión su entrada en el Consejo del Real Betis Balompié?

 En absoluto. Esta idea la llevo meditando hace casi dos años, y lo del Real Betis Balompié me lo propusieron hace tan solo un mes.  

 

-¿Cuantos pasos sacó usted en la pasada Semana Santa?

Diez pasos. San José Obrero, La Paz, Las Penas de S. Vicente, Estudiantes, Cristo de Burgos, Negritos, Macarena, Mortaja, Santo Entierro de Dos Hermanas y Resurrección; si bien ésta última no llegó a completar su a estación de penitencia por las inclemencias del tiempo.

 

- ¿Deja usted definitivamente el mundo del martillo?

Yo no lo dejo. Lo que he dejado es el formato en el que he venido desarrollando esta afición durante los últimos 33 años, por lo que la próxima Semana Santa, lamentablemente, no podré acompañar a la familia Santiago en todas las cofradías que sacan. Ahora bien, si una hermandad se acuerda de mí y me propone poder ayudarla en ese sentido, estaré encantado de atenderla siempre que esté dentro de mis parcas posibilidades. Lo que sí está claro es que no volveré a sacar más de dos o tres cofradías, pues para eso me hubiese quedado al lado de mi íntimo amigo y mejor capataz del mundo.        

 

 

- ¿A qué cofradías pertenece como hermano?

Desde mi infancia, al Cristo de Burgos y Macarena. Luego me hice hermano de La Paz, Las Penas de S. Vicente, Estudiantes, Resurrección y Sol.

 

- ¿Saldrá de nazareno en la próximo Semana Santa?

 Salvo que la circunstancia y el escenario actual cambiase radicalmente, me vestiré de nazareno en el Cristo de Burgos y Macarena.

 

- ¿Si le ofrecen ser capataz de una cofradía de Sevilla lo aceptaría?

En principio creo que sí, según ya he referido antes. Tan solo lo impediría el que yo no supiera o pudiese estar a la altura y circunstancias de la cofradía que me lo proponga.  

 

- ¿Qué opina usted del capataz Manolo Santiago? ¿Es su referencia?

Manolo fue y ha sido único. Yo siempre lo he llamado el "treceavo Apóstol". Era un padre, un amigo, un confidente. Unía todas esas virtudes que lo convertían en verdadero “maestro”. Nos hablaba de Dios, de su Bendita Madre, de cómo ser hombre y persona. De cómo ser amigo, hijo y hermano.

 

Rebosaba sevillanía por todos los poros de su cuerpo y vivía entregado denodadamente por las cofradías de nuestra ciudad y por sus costaleros. Encima, era muy bético. Lo tenía todo para quererle apasionadamente.          

  

-¿Cual es su sueño como capataz?

Que la hermandad y cofradía que pudiera confiarme el sacar sus pasos, se paseen con la elegancia, dulzura y el decoro que una Semana Santa como la nuestra debe exigirnos.

 

Cuando todo eso se hace bien, las Sagradas Imágenes transmiten devoción y el espectador se llena de fe. No estamos en los Carnavales de Sevilla, sino en su Semana Santa, y este matiz de extraordinaria relevancia, a veces, parece que se olvida. Lo accesorio (música, flores, capataces, costaleros, etc) no puede hacerle nunca sombra a lo principal (la Sagrada Imagen que procesiona para un fin muy concreto y determinado). Si todo ello se cumple en los términos referidos, creo se cumple mi cometido como capataz.    

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