viernes, 26 de diciembre de 2014

San Juan Evangelista en la Semana Santa de Sevilla



El hijo de Zebedeo y de Salomé, los retratados en madera en el retablo montañesino de San Leandro; el hermano de Santiago el Mayor, el Apóstol de España con iglesia propia y sitio en el paso de la Borriquita, era natural de una ciudad a orillas del lago de Genesaret, el de los relieves del monasterio de la Encarnación, la ciudad de Betsaida, al igual que Pedro, el de la iglesia mudéjar de la torre inclinada, al igual que Andrés, el de la iglesia donde asiste al traslado de Cristo al sepulcro.Juan, el Evangelista con calle trianera y rociera, fue el apóstol que asistió a la transfiguración de Jesús en el ático del retablo del Salvador, «Señor, ¡qué bien se está aquí!», y que se recostó en el pecho delSeñor de la Sagrada Cena de los Terceroscomo antes lo había hecho en los muros de Santa María de las Gracias de Milán. Faltaba poco para que se durmiera en el huerto de Getsemaní de la calle Feria, sueño bajo un olivo del Apóstol que juraría haber visto «un cielo nuevo y una tierra nueva» tras presenciar el Apocalipsis pintado en los azulejos de su retablo del convento de Madre de Dios. Antes, Juan, el Discípulo Amado, fue testigo directo de la Pasión de Cristo. [caption id="attachment_67614" align="aligncenter" width="644"] Las imágenes de San Juan del Gran Poder y la Amargura[/caption] Cuentan los Evangelios Apócrifos que se encontró con la Virgen María en las cercanías a la calle de la Amargura de San Juan de la Palma y que le indicó el camino por el que se dirigía Jesús con la cruz a cuestas, un momento que inmortalizó el pintor Juan Valdés Leal con la Magdalena olvidada de la Sacra Conversación, la que habita en el tranquilo olvido de San Isidoro y del Valle, como testigo. La composición de la escena había sido recogida en otro texto apócrifo llamado las Actas de Pilato, quizás el del Arco, quizás el de la Calzada, que narraba cómo laVirgen del Mayor Dolor y Traspaso había notado que una espada le traspasaba el corazón, profecía del anciano Simeón también recogida en los Evangelios y que se hizo puñal en el pecho de la mayoría de las Dolorosas sevillanas. Narraba aquel texto apócrifo que Juan, el más joven discípulo, sostuvo a la Virgen tras su desmayo, el llamado pasmo de la Virgen, escena que el Concilio de Trento consideró poco apropiada, recomendando su sustitución por el Stabat Mater, esa Virgen Dolorosa que llora a los pies del Cristo de las Misericordias de Santa Cruz. Pero la escena más importante para Juan llegaría a los pies del Monte Calvario, a los pies delCrucificado de la Magdalena donde estuvo junto a la Virgen de la Presentación, al igual que en el monte del Cristo de las Aguas o en el del paso de la Lanzada de San Martín, donde sufrió que el Longinos que un día talló Bernini para el Vaticano traspasara el costado del Señor, manteniendo siempre la mirada hacia lo alto mientras escuchaba a Jesús que María era su madre y la madre de todos, una mirada hacia los cielos poblados por las Siete Palabras de San Vicente o hacia el suelo de la Quinta Angustia, de laCarretería o de la Trinidad, en busca de esa necesaria tumba para enterrar al más Justo en algún sepulcro camino de San Andrés. Dolor en el consuelo a la Virgen del Duelo de San Gregorio y hechos de un apóstol que escribiría el Evangelio más extraño y más profundo, que saldría vivo del veneno del cáliz de los retablos de Santa Clara y de Madre de Dios,  y que, con su pluma de plata del  retablo del convento de Santa Paula, vería el fin del mundo y lo contaría en el Apocalipsis. [caption id="attachment_67615" align="aligncenter" width="644"] Las imágenes de San Juan de Jesús Despojado, el Silencio y Pasión[/caption] «Un cielo nuevo y una tierra nueva». Quizás fuera el de una ciudad que le rindió culto ya desde el siglo XVI, dando lugar incluso a una hermandad de pescadores que le rendía culto en el arrabal de Triana y que en 1542 se fusionaría con los ceramistas de la hermandad de laEsperanza. Tras el Concilio de Trento se potenció su presencia junto a la Virgen María, a la que acompañaría en los pasos de palio. Ya en 1570 aparecía en las reglas de la hermandad del Traspaso, más conocida posteriormente por el título del Señor del Gran Poder, siendo precisamente la imagen de esta corporación, una obra de Juan de Mesa del año 1620, la más antigua de las conservadas en un palio. Allí se confirmaríasu iconografía definitiva, con bigote y perilla al estilo de Felipe IV, el rey abúlico y tristón de los cuadros de Diego Velázquez, una apariencia que perduraría en el tiempo sobreviviendo a otras modas e ignorando a las fuentes evangélicas tradicionales que lo pintaban como un joven imberbe, símbolo de juventud que había mantenido Miguel Adán en los retablos manieristas de Madre de Dios o Montañés en los retablos de Santa Clara. Roldán o alguno de sus cercanos daría movimiento a sus cabellos en los misterios de la Carretería, la Quinta Angustia, o la Mortaja, y quizás el mismo autor le colocó lágrimas en la Lanzada. La perilla y el bigote perduraron  en las representaciones del siglo XVIII, en la de Cristóbal Ramos para la Virgen de la Concepción del Silencio y en la imagen deJuanillo el de la Palma, el mote popular que Núñez de Herrera dio a la única imagen que no daba «un disgusto a la Virgen» sino que le contaba los chascarrillos de la calle Feria… Llegaría el siglo XIX y con Gabriel de Astorga acompañaría a la Virgen de la Merced de Pasión con una talla de las que gustan a las hermandades, por su calidad y por ser donación que no tuvo costo alguno… Fue el siglo XIX periodo de compañía y de triunfo: San Juan estaría en los palios deSan Isidoro, del Valle o de la Esperanza de Triana, junto a la Magdalena con la que acabaría arrinconado en más de una ocasión, aunque sobreviviría en el misterio del Duelo. [caption id="attachment_67616" align="aligncenter" width="644"] La imagen de San Juan de la capilla del Dulce Nombre de Jesús y la de San Leandro, obra de Martínez Montañés[/caption] En el siglo XX se eliminó de muchos pasos por un mal entendido purismo, aunque llegarían algunas interpretaciones nuevas de Castillo Lastrucci, de Ortega Brú, de Eslava o de Ventura y hasta una nueva Sacra Conversación por el Plantinar, ya en el siglo XXI. Siempre vestido de rojo y de verde, otra nueva dualidad de la ciudad, fusionada en este caso, rojo en su túnica alusivo a la Caridad cristiana y al Amor fraterno, verde en su mantolín alusivo a la Esperanza, a la juventud y a lo nuevo, el Evangelista Juan espatrono de impresores, teólogos, escritores y libreros. Desde el año 1978 se considerapatrón de la juventud cofrade de la ciudad. El día 27 de diciembre se celebra su festividad litúrgica en la Iglesia católica, la del titular de la basílica de Letrán de Roma, el evangelista más sevillano y más cofrade, el que logró ver el sepulcro vacío tras la Resurrección para que en los Evangelios se sentenciara la acción con el lema que podría acompañar a nuestra ciudad en Semana Santa: «Vio y creyó». [caption id="attachment_67617" align="alignright" width="300"] El San Juan de los Javieres[/caption] San Juan en la hermandad de los Javieres Aunque no procesionen, son numerosas las hermandades que poseen una imagen de San Juan, especialmente indicado para conformar un Calvario, altares de culto o para completar retablos. Aunque presentan desigual interés artístico, en este desconocido catálogo destaca la imagen de San Juan que conserva la hermandad de los Javieres, una talla atribuida por el profesor Miñarro al escultor del siglo XVIII José Montes de Oca, con añadido de un cuerpo posterior, probablemente de Francisco Buiza. Con numerosas dudas sobre su origen (quizás fuera una imagen de San José o incluso un Nazareno), su calidad artística le hace merecer su presencia en la Semana Santa sevillana.

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