sábado, 9 de abril de 2016

CUARTO MILENIO COFRADE por Alejandro Arcas Orozco del blog "De Nazaret a Sevilla"

Tras la Semana Grande para los cofrades y, personas respetuosas en general, que han sabido disfrutar y entender el verdadero significado de la Semana Santa, aparecen de las alcantarillas una serie de seres. Seres extraños para los que su Semana Grande no ha hecho más que empezar. Es un buen momento para que Iker Jiménez observe a las criaturas extrañas que van apareciendo detrás del último camión de Lipasam que intenta limpiar la cera de las calzadas. Son esos “kofrades” que jamás se han emocionado con una sagrada imagen, pero que saben tela de cómo llevar un paso y, cómo no, de música. Es decir, que Beethoven al lado es un “papa frita”. Sin más preámbulo, hoy en Cuarto Milenio el extraño caso de las criaturas “kofrades”. Unos seres que abundan en las sombras y que son muy peligrosos. Ni muchísimo menos respetan el sentido de la Pascua. No participan en esa eternidad, porque su ombligo no llega más allá del ancla de su “sabiduría”.
Uno de estos seres es el licántropo. Este ser mitológico aprovecha la luz de la luna, y de algún bar, para transformarse en un ser rabioso que entiende mucho de música y se sabe todos los rumores que todavía no han salido a los mentideros. Y cuando salen, él ya lo sabía por supuesto. Posee unos colmillos afilados para matar a quien le plazca. Él sabe qué banda pega con qué hermandad, porque él se lo inventa o se lo dice un amigo suyo fantasmagórico. Así, usará eternamente el argumento: -Pues a mí me han dicho que la banda tal no ha sonado este año…-
Es verdad que aúlla más que piensa por sí mismo, pero parte de culpa la tiene su amigo el fantasma, otro ser que no puede faltar en nuestro especial de Cuarto Milenio. El fantasma es un ser que, con suma delicadeza, se hace grande en las calles y en las redes. El fantasma es un erudito de la música cofrade y eso nadie se lo puede negar. El fantasma sabe mejor que una banda, que tiene más años que un traje de pana gorda, cómo hay que tocar tal marcha, y si no le gusta la versión, los derrotará. Al fin y al cabo, se moriría de ganas por salir en esas filas, pero probablemente no pueda. No le queda otra que lanzar sus dardos envenenados para intentar meter en tal lado a fulano que se lo merece mucho más. Porque le encanta el morbo del juego del parchís bandístico, le como una a tal y ahora voy a por otra.
El fantasma, al igual que la mayoría de estas criaturas extrañas, tiene aires de manager. Él decide cuándo una banda está pasada y tiene que jubilarse, ese territorio está llamado a ser conquistado por él y su comunidad de fantasmas, aunque su formación no llegue ni a la suela del zapato del último músico de esa banda a la que descalifica.
El fantasma suele llevarse muy bien con el vampiro, ambos son seres que necesitan ser afamados en su mundillo para-anormal. El vampiro es un ser que depende de la sangre de otro. Así que no tiene ningún problema en ir directamente al cuello del que se le cruce para tener su minuto de gloria y si puede hundirlo, mejor. El vampiro suele ir con la excusa de que esa banda no toca apenas ningún día, para clavar sus colmillos en los músicos. Tanto para desmotivarlos y sacarlos de allí, como para crearles mala fama de por vida. Así, de paso, le hace a la ciudad la gran labor cultural de que desaparezca otra formación. También es un enamorado del parchís, aprovechando esa situación, le encanta pasarle favores a fulano, a quien le debe seis cervezas. Y si la banda es de la que más días toca, atacará por atrás con el irrebatible argumento de que es mala y están ahí por el nombre o porque van baratito. Es mejor no decirle nada, porque en ese momento habrá conseguido su objetivo. Además, él conoce al amigo del vecino del primo lejano, que es contraguía y eso significa que el año que viene esa banda va fuera. Sabe perfectamente que la hermandad no está a gusto, por lo que está haciendo una gran labor humanitaria también.
Es frecuente preguntarle a un vampiro los motivos de su disgusto – ¿El trombón segundo no afina la séptima disminuida del acorde? -. Ante lo que un espécimen común responde: -No sé lo que es eso, pero la banda es mala y por cierto… Jamás la he escuchado. –
Por otro lado, tenemos “the walking dead”, también denominados comúnmente como zombie de banda. Esta criatura, que nunca cesa de caminar lentamente con su móvil en la mano, se dedica a llevarse a casa unas fantásticas grabaciones de las que después sacará algún fallito para que la gente sepa lo mal que toca la banda. Su sustento es la carne cruda, por lo tanto, si hay algún o alguna componente mono o mona en la banda, ésta está salvada. Me refiero a la banda, porque el componente está perdido. Nunca se cansará de seguirle hasta que consiga su bocadito.
En un especial de cuarto milenio no pueden faltar los extraterrestres. Seres de otros planetas muy lejanos que miran a Sevilla con envida desde la nave nodriza llamada Internet. Que no quepa duda de que la envidia no es deporte nacional, sino universal. Seguro que hay un tipo en Saturno deseando tocar en Sevilla, pero como no puede, se dedica a ver vídeos y entrar en foros para comentar detrás un nick todas sus verdades. Naturalmente, Sevilla necesita un saturnino como él que le asesore. Con lo bien que le sentaría un paseo por Saturno viendo las auroras y los anillos… Pero él está empeñado en conquistar Sevilla con sus platillos volantes. Además, ellos ya han ayudado a otras civilizaciones antiguas a llegar a ser lo que fueron, ¿a qué espera Sevilla? Gracias a su ayuda, nuestra Semana Santa la conocen en otros planetas y es la que más turistas recibe.
Por último, tenemos a los brujos. Seres de pesadillas que no son capaces de levantarse de la butaca del cine si la película no le gusta. Ellos se quedan silbando todo lo que dure el film, para que al final, el resto de espectadores salga pensando lo mismo que él. Porque le encanta que todo el mundo piense igual que él. Este ser, suele hacer conjuros de magia negra en para rellenar el tintero, así es capaz de descalificar a una banda por un repertorio interpretado y, en el mismo conjuro, incluir que esa misma banda ha crecido por su gran repertorio.
Pensar diferente no es ser enemigo de nadie, pero ir de enemigo para aparentar que se piensa algo diferente es la peor de las enfermedades. La esperanza es que se puede aprender a disfrutar de lo bueno que nos aporta cada hermandad y cada banda. Por eso mismo, es mejor desearles la mayor felicidad a esos seres y no robarle ni un minuto más a Iker Jiménez que es el que sabe de verdad sobre estos temas. Algún día, descubrirán que la Semana Santa es un tiempo para reflexionar, rezar y dejar que se te erice el vello. Para liar el cachondeo y criticar cómo me viene fulano, tenemos todo el tiempo del mundo en la feria.
Por cierto, ahora viene Iker Jiménez a Sevilla, quizás nos sorprenda incluyendo a estos seres entre los grandes enigmas de la humanidad.
Quisieran los perros del potrero
Por siempre acompañarnos
Pero sus estridentes ladridos
Sólo son señal de que cabalgamos.
(Fragmento del poema “ladran” de Wolfgang von Goethe)
Alejandro Arcas Orozco

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