sábado, 19 de marzo de 2016

PREGON DE MUNDO COFRADE A CARGO DE SALVADOR PEÑA DIAZ

Hermanos y hermanas en Cristo, Paz y Bien

“Vivir de los grandes valores de la tradición cristiana es más comprometido que apoltronarse en los usos de nuestro tiempo”

Cardenal Joseph Ratzinger


Muchas veces hemos oído que tanto se alcanza cuanto se desea y por tanto, según son los deseos del corazón, así son las conquistas del hombre. Cuando se desea mucho se alcanza mucho, cuando se desea poco se alcanza menos. Todos los cristianos que nos planteamos las “vacaciones” de Semana Santa, deberíamos preguntarnos cuáles son nuestros deseos de encontrarnos con el Señor, o si van a ser deseos de que sean unos días sin trabajo, de relax, de olvido.


Cada año la Iglesia pide a sus hijos que recuerden a Aquel que por nosotros entró voluntariamente en Jerusalén a realizar su Pasión, entrego su Cuerpo para que fuera triturado, fuera destruido y derramó su Sangre para que nosotros pudiéramos tener abiertas las puertas del Cielo.


Estos días son los más profundos e intensos del año. Si hay alguna fiesta cristiana que tenga máxima importancia es la Pascua de Jesús, esa hora suya en la que que pasa de este mundo al Padre. El Padre nos espera en Semana Santa para pronunciar sobre nuestra vida palabras nuevas, palabras que den sentido, que nos alienten, que nos curen, que nos sanen, que nos construyan.


¡Que importante es retomar el sentido profundamente religioso de la Semana Santa! Hace falta que los cristianos no solamente recordemos lo que sucedió, sino que seamos capaces de hacer presente de revivir de actualizar aquello que sucedió y que sigue sucediendo.

No se puede ignorar que está manifestación de auténtica piedad popular ha modelado, con paciencia, en el torno de los siglos, el espíritu del creyente. Y es que una ciudad, sin Dios, no se entendería. Una ciudad, sin Fe, sería una ciudad sin alma.

Una Fiesta que, tras un largo proceso y bajo los cuidados de nuestras Cofradías, nace en explosión de júbilo el domingo de Ramos y crece y muere en el corazón mismo de la ciudad con la efímera existencia de una semana. Toda una vida encerrada en siete días.

En la eterna novedad de esta ciudad junto con la permanente actualidad del Misterio Santo que conmemoramos, que no es otro que la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, El Mismo ayer, hoy y siempre, radica el secreto y la grandeza de esta fiesta de Vida que, espero y deseo que llegue a ser, sin lugar a dudas, una de las grandes fiestas de la Ciudad.

Con las Cofradías en las calles, Dios se vale de cualquier medio para tocar nuestro espíritu reavivando en el alma frutos sinceros de conversión. O quizás, simplemente, con la contemplación de nuestros Pasos renacerán los más nobles sentimientos y la capacidad de sentir, de conmoverse y de emocionarse, sepultada muchas veces bajo la tierra que sobre el corazón del hombre va depositando la rutina, la indolencia y la desilusión.

La fe, la devoción y la emoción, manifestadas de la forma más bella posible, en el marco de nuestros Cascos Viejos, que parecen diseñados a medida para que tenga lugar en sus calles y plazas la conmemoración del drama de la pasión.

No nos dejemos engañar. La única raíz de esta celebración es la fe de los creyentes en Jesucristo. No hay más. Ni menos. No busquemos otra respuesta.

“Crecer en nuestra capacidad de cercanía, de acogida y de comunicación con los demás “preferir la humildad de los signos al ruido de las palabras”

Julián Barrio Barrio (Arzobispo de Santiago de Compostela)

No por repetido deja de ser cierto que las Cofradías hoy, igual que hace cinco siglos, siguen saliendo a la calle para catequizar a quienes contemplan, en nuestros pasos, los Misterios de la Pasión del Señor o los dolores de su Santísima Madre. Continúan siendo un anuncio eficaz del Evangelio para creyentes y también para no creyentes, una invitación, la más hermosa, al descubrimiento y a la contemplación del misterio de la Redención.

El Magisterio de nuestro tiempo repite con insistencia que se debe “evangelizar la piedad popular”, ponerla en contacto con la palabra del Evangelio para que sea fecunda.

Juan Pablo II (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia)
Gracias a las Cofradías aprendemos, cómo sucedió, paso a paso, la Pasión y Muerte del Señor. Posiblemente, en los tiempos que corren, de no ser por ellas, muchos ignorarían esta historia del amor inmenso de Jesucristo a los hombres.

Una historia cuyo primer capítulo se escribe el Domingo de Ramos. Entre el alegre bullicio de los niños, en las plazas de nuestra ciudad, bajo la sombra de una palmera cimbreante, Jesús, montado a lomos de la Borriquita, es el alfa de este camino de su Pasión, la que le llevará a la muerte en la Cruz por Amor.
Los misterios representados en nuestros pasos no sólo hacen visible los distintos episodios de la pasión del Señor, sino que, en su misión catequética van más allá, al invitarnos a imitar las actitudes de Jesucristo en los duros momentos vividos camino del Calvario.

El Papa emérito, Benedicto XVI, al dirigirse a los jóvenes de todo el mundo en el Vía Crucis celebrado el mes de Agosto de 2012 en Madrid con ocasión de las Jornadas Mundiales de la Juventud, hizo una mención especialísima al provecho espiritual que tiene para los fieles la contemplación de las Imágenes Sagradas. En ellas, decía el Papa, la fe y el arte se armonizan para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conversión. Y apostillaba, que cuando la mirada de la Fe es limpia y auténtica, la belleza se pone a su servicio y es capaz de representar los misterios de nuestra salvación hasta conmovernos profundamente y transformar nuestro corazón.

¡Cuánto sabemos los ciudadanos de este país de conmovernos y de convertirnos viendo la Imagen de la Stma. Virgen!
Tras Cristo o junto a El, siempre la Virgen. La Virgen padeció con Cristo, con un dolor silencioso y heroico, que la mantuvo de pié ante su patíbulo, y con conciencia plena de que sus dolores, unidos a la pasión de su Hijo, eran necesarios para la redención de la humanidad.

Por esa razón, muchas de las advocaciones con las que honramos a la Madre de Dios en nuestras Cofradías reflejan fielmente ese dolor de María ante la Pasión y Muerte de Jesús.
Si la Semana Santa es la fiesta de Dios es también la fiesta de su amor, pues ya lo dice el Evangelista Juan: Dios es amor (1 Jn. 4, 8).

Vivimos una época convulsa en la que, como consecuencia de una crisis de valores, cristianos y humanos, nos hemos precipitado a un pozo profundo que, en ocasiones, se ha convertido en abismo para muchos de nuestros semejantes. Nada tiene sentido. Triunfa la desilusión, el desánimo y la desesperanza.
Este mal de nuestro tiempo está haciendo de la juventud su presa preferida. Ha puesto sus garras sobre ella borrando horizontes, empañando esperanzas, secuestrando ilusiones y comprometiendo, de esa manera, el futuro de la sociedad y de la Iglesia y, dentro de esta última, el de nuestras Cofradías. Por eso, hoy, más que nunca, las Cofradías tienen que ser, para los jóvenes.

La invitación a salir a las calles y plazas de la ciudad para que todo bautizado que, viendo a Cristo y a la Virgen Santísima en nuestras Imágenes y en nuestro testimonio diario, crea y se salve. No hay misión más trascendente que ésta de llevar el Misterio de la redención al pueblo. Y así que pasen siete días esta misión será, si Dios quiere una gozosa realidad.

Que “seamos” Semana Santa por dentro y por fuera, que sean los días más santos de todo el año y que nosotros podamos celebrar la Pascua, porque nosotros seremos el lugar de la Pascua. Nosotros mismos seremos Pascua, paso salvador de Dios no solamente para mí o para ti, sino para todos los demás, porque nosotros testimoniaremos con nuestra vida lo que hemos vivido con el Señor: que Cristo, muerto y resucitado, es el único Señor de los hombres.


"La piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia y una forma de ser misioneros"

Cardenal Bergoglio (Su Santidad el Papa, Francisco I)


Muchas gracias

Salvador Joaquín Peña Díaz
Ministro-Presidente de la Venerable Orden Tercera de San Francisco y Pregonero de la Semana Santa Mundo Cofrade 2016

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