Y de nuevo un amago de carreritas en la Madrugá. De nuevo gente en estampida de un lado para otro atenazada por la histeria. Quince años después, la infausta pesadilla del año 2000 sigue sacudiendo sin periodicidad cierta a la jornada cenital de la Semana Santa con réplicas provocadas por vándalos que únicamente pretenden sembrar el pánico. Esta Madrugá lo volvieron a intentar. El conato más serio se produjo a las 4.38 horas, coincidiendo con la entrada en Campana de la Macarena, cuando las carreras se extendieron por el eje Laraña-Orfila-plaza del Duque. Desde el Ayuntamiento se aseguró entonces que este episodio había sido provocado por un grupo de jóvenes que huía de una intervención policial tras una pelea en el entorno de las setas. Mucho antes la hermandad de Los Gitanos había publicado en su perfil de twitter que habían tenido que arriar el paso del Señor de la Salud “por un amago de carreritas en la calle Matahacas”. Afortunadamente, fueron brotes breves que no se extendieron gracias a la serenidad y la templanza de la mayoría de los ciudadanos.
Fue casi la única nota negativa de una Madrugá de agradables temperaturas (al menos hasta la amanecida) y en la que hubo retrasos y parones importantes, pero no el esperado cataclismo horario que hacía presagiar el notable incremento del cuerpo de nazarenos en la mayoría de los cortejos. Y todo ello conmayor decoro que las estampas de nazarenos en manifestación vividas hace un año. Como oficiosamente viene sucediendo desde hace años, los nazarenos de la Primitiva solicitaron la venia en la Campana con diez minutos de antelación, un colchón que la Archicofradía de San Antonio Abadacabaría consumiendo.
Desde la Basílica del Gran Poder, de celebración por el medio siglo de su construcción, casi 2.300 nazarenos de negro ruanacompañaron al Señor de Sevilla, un cortejo que en sus primeros metros de recorrido estuvo presidido por el cardenal Amigo. Una foto del Nazareno de Juan de Mesa presidió la cabecera de su cama cuando el pasado mes de junio el emérito de Sevilla era intervenido de una apendicitis aguda con peritonitis. Clavellinas blancas lució por exorno floral el paso del Mayor Dolor y Traspaso, dolorosa que este año portó el manto azul de Antonio Garduño. Un problema con un varal del palio obligó a realizar las levantás a pulsopartir de la plaza del Museo.
Los cerrojos de la Madrugá se descorrían a las doce de la noche en la Basílica de la Macarena, hasta donde se fue el ministro de Justicia, Rafael Catalá, para presenciar la salida del cortejo macareno con sus más de 3.000 nazarenos, una cifra inédita en la Semana Santa de Sevilla. Allí pudo escuchar a Joana Jiménezcantar una bella saeta dedicada a los fastos del cincuentenario de la coronación. “(...) el 31 de mayo la Giralda soberana/ vistió de blanca mantilla/ repicando sus campanas/ por la Reina de Sevilla”. Y allí se vio por vez primera en la calle al Señor de la Sentencia con su nueva túnica malva y plata, a juego con la cual el paso se adornó con claveles morados. El misterio macareno entraba en Campana con la marcha de la banda de las Cigarreras Señor de Sevilla, en un claro gesto de confraternidad con lahermandad del Gran Poder tras las tensiones sucedidas en esta Cuaresma entre ambas corporaciones a cuenta de los itinerios de la Madrugá. Ataviada con el manto de la coronación y la saya de las corbatas, con el tocado más despejado para mostrar parte de su pelo, la Esperanza entró en la Campana con marchas como Madrugá macarena y Como tú ninguna. Un escape de gas en el número 27 de la calle Feria obligó a la cofradía a modificar su itinerario y a renunciar a su visita a la iglesia de la Anunciuación y al convento de Santa Ángela. Desde Cuna, el cortejo discurrió por Orfila, Javier Lasso de la Vega, Amor de Dios y Correduría, enlazando con la Cruz Verde.
En Triana, una barrera infranqueable de sillistas plegables esperaba en el Altozano la llegada de los pasos de la Esperanza, cuyas entradas en Campana fueron de lo más lucidas y efectistas de toda la noche. La cuadrilla del misterio del Cristo de las Tres Caídas desplegó su habitual derroche de cambios y movimientos, incluidos los celebrados pasitos atrás. El palio de la Esperanza recuperó la estampa de las velas rizadas en las esquinas.
Cuando los nazarenos de Los Gitanos piden la venia en el palquillo de la Campana, el retraso acumulado alcanza los 35 minutos (de los que solamente 12 son achacables a la Macarena). En la primera Semana Santa sin la presencia de la duquesa de Alba, la cofradía se prodigó en homenajes y recuerdos a la camamera honoraria y gran benefactora de la hermandad. Vestido de nazareno, su hijo Cayetano realizó la primera levantá del paso del Señor, en cuya delantera volvio a sonar la voz ronca de Juan Manuel Martín padre.
La Madrugá de la Semana Santa sevillana ha finalizado minutos antes de las tres de la tarde con la entrada en sus templos de las dos Esperanzas, la de Triana y la Macarena.
Han sido casi 15 horas, desde la medianoche en que comenzó a salir la Hermandad de la Macarena.
Con las primeras luces del día han regresado a sus templos las hermandades más cercanas a la catedral: El Silencio, Jesús del Gran Poder y El Calvario.
Poco antes de las dos y media de la tarde ha entrado en el Santuario del Señor de la Salud la Virgen de las Angustias de la Hermandad de Los Gitanos, que lucía un manto donado por la recientemente fallecida duquesa de Alba, cuyas cenizas reposan en este templo.
Las dos últimas hermandades en volver a sus templos han sido las de las Esperanzas, la Macarena y la de Triana, cuyas estaciones de penitencia son las que tienen que recorrer un camino más largo en la Madrugá.
Minutos antes de las tres de la tarde, han entrado, prácticamente a la vez, la Macarena en su basílica del barrio del mismo nombre, y la Esperanza de Triana en la capilla de los Marineros de la calle Pureza.
La entrada de la Esperanza de Triana ha sido contemplada desde uno de los balcones de la hermandad por el ministro de Justicia,Rafael Catalá, que estaba acompañado por la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que pertenece a esta cofradía.
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