sábado, 26 de diciembre de 2015

Una reina maga en madrid?? Juzguen ustedes

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y su equipo de gobierno, la «alegre muchachada» de Podemos, después de ocultar los belenes y de evitar la iconografía religiosa de Navidad, han tenido la lisérgica ocurrencia de sustituir a uno de los señores Reyes Magos por una Reina Maga para «feminizar» las cabalgatas en los distritos de Vallecas y San Blas, de la capital madrileña.

No es una broma de carnaval, sino una provocación y una falta de respeto para todos los ciudadanos que, además de ser mayoría, seguimos fieles a una tradición mantenida a lo largo de dos mil años sin siquiera tener en cuenta la fe católica y los principios básicos de la cultura occidental. Estas ocurrencias ocultan con opacidad manifiesta los temas importantes de la gestión municipal que han convertido Madrid en una de las capitales más sucias de Europa, por poner solo un ejemplo de la ineficacia pública.

Yo, que soy un defensor a ultranza de los señores Reyes verdaderos, de don Melchor, don Gaspar y don Baltasar, el rey fusco que adoraba Cunqueiro, yo que he defendido la bella leyenda de Artabán, el cuarto rey que se distrajo en su camino portando vino y aceite a lomos de una reata de burros y llegó a Jerusalén el mismo día en que Jesús agonizaba crucificado, no reconozco más magas que las literarias, las que contó Homero en la Odisea, Circe y su sobrina Medea buscando y custodiando el vellocino de oro, o la cortazariana Maga de Rayuela caminando por un París que habita en la memoria.

Defender la vieja y entrañable creencia de los Magos de Oriente, aquellos reyes persas sintetizados en tres, cuando algunos autores cuentan hasta treinta, que interpretaron un cometa celestial que los guio hasta Belén, es para mí no solo una circunstancial cuestión estética, sino una interpretación cabal de que la magia está vigente desde que en la infancia aprendí a soñar.

Y cada noche del 5 de enero escucho cómo suenan los clarines de la madrugada momentos antes de que sus majestades dejen en cada hogar el regalo del sol en una naranja redonda como el mundo, o unas zapatillas de fieltro para combatir el frío de los inviernos, o un libro que ilustra la vida y nos devuelve en misterio de la palabra.

Los Reyes existen, son de verdad, me consta, los he visto y he podido saludarlos en la mirada sorprendida de mis hijos, en los recuerdos de un tiempo vivido que renace cada Navidad, incluso en los desfiles de cada año, cuando llegan a los pueblos y a las ciudades de este viejo país que está empeñado en renunciar a sus tradiciones.

A la alcaldesa Carmena y su elemental discurso populista de izquierdas, este año los Reyes le traerán carbón, que otra cosa no se merece, aunque yo le pido para ella, tolerancia y serenidad, a la vez que en mi carta demando a sus majestades que repartan cultura para abrir de par en par las puertas de una ciudadanía libre, instruida e independiente que son nuestro oro, incienso y mirra contemporáneos. Feliz año, amigos.

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