martes, 28 de octubre de 2014

Antonio López Delgado, el capataz en activo más antiguo de la Semana Santa de Sevilla



 

Antonio López Delgado es el capataz en activo más antiguo de la Semana Santa de Sevilla. A sus 77 años de edad, es el responsable de la cuadrilla del paso de misterio del Cristo de las Cinco Llagas de la Trinidad

 

Costalero y capataz, su máxima devoción sin duda está arraigada al Señor de la Salud de los Gitanos. Sus hermandades son elSilencio, los Gitanos, la Trinidad y el Cerro, pero gran parte de su vida está vinculada a su patrona y a la de todos los capataces y costaleros, una hermandad trianera del siglo XVII: Madre de Dios del Rosario. 

 

Su vinculación al mundo de abajo no proviene de heredar ningún apellido de las varias sagas de capataces más conocidas. Sus inicios provienen con la familia Rechi.Trabajó además con históricos de la talla deRafael Franco, Borrero y un largo etcétera. Su afición proviene del cante, ya que era un gran saetero y hay quien lo compara con el mismísmo Manuel Mairena.Comenzó a tener contacto por medio de su voz con un grupo de amigos que le fue introduciendo en el mundo de los costaleros.

 

Aprendió de todos ellos, quizás de una forma muy parecida a tantos capataces de hoy día: «pegándose a ellos. Había escasez en la etapa de los profesionales a partir de los años ochenta, momento en el que eran las propias hermandades las que ponían a sus hermanos delante de los pasos para que aprendieran el oficio», similiar pero nada igual ni comparable a como lo hizo pero Antonio López. 

 

Le avala una larga trayectoria. Persona sencilla, humilde, sincera, muy sentimental y tan querida por los capataces y costaleros, en su etapa como peón, se puede decir que fue uno de los privilegiados en sacar a todas las cofradías de la Madrugada. Siempre lleva por bandera la importancia del papel del costalero. Una de sus frases lo reconoce como persona: «Yo para qué voy a mandar si los costaleros ya saben por donde tienen que ir y lo que tienen que hacer. Yo solo les hablo».

 

La primera vez que tocó un martillo lo hizo de la mano de Juan Antonio Borrero en la Salud de San Gonzalo, y después en La Cena. Empezó siendo capataz titular en los pueblos donde destaca «que es donde más se aprende».

 

Este lunes compartió un buen rato con la cuadrilla de costaleros de la Vera Cruz. Contó una pequeña parte de sus vivencias, comparando la gran diferencia de la etapa de los profesionales a estos tiempos en lo que nos encontramos o repasando la actualidad más reciente. 

 

Vivencias

Con todo el arte que le caracteriza, le robó varias risas a los asistentes con algunas de tantas vivencias, como la vivida en el año 2000 con aquel desafortiunado suceso en la Madrugada. Antonio se encontraba delante del paso del Señor de la Salud. Agarrado al martillo veía a los miembros de la seguridad con sus armas en las manos y los costaleros le preguntaban lo que sucedía. Mientras eso ocurría, acompañó a su casa a la hija de la Duquesa de Alba. 

 

En otra Madrugada anterior, recuerda queiba en el Gran Poder con la familia Ariza y apareció la lluvia. De una chicotá llevaron el paso desde la Carrera Oficial a San Lorenzo sin bajar el paso. Una vez allí, tuvieron que poner ventiladores para secar el paso y a los costaleros. De ahí, tuvo que ir hasta Triana a recoger a la Esperanza de Triana, que también se refugiaba. Eran otros tiempos donde los costaleros se ofrecían o eran avisados para ayudarse entre unos y otros. 

 

Profesionales

Para Antonio López todo es muy diferente actualmente a lo vivido en su juventud. Afirma que los costaleros son un gran patrimomio de Sevilla, descartando que este importante gremio se acabara en la época de la transición de los profesionales a los hermanos. «El López» destaca la importancia de los pueblos por su gran aportación, algo que continúan haciendo. «En el muelle había 100 personas y no podían abarcar todas las cofradías, por eso la provincia ha aportado mucho a la Semana Santa y lo sigue haciendo», señala.

 

Tal y como comenta, la gran diferencia entre aquella época y la actual era «el cariño y el respeto. El capataz era un padre para su cuadrilla, no solo sacaban pasos con él sino que el propio capataz cuidaba de los suyos dándoles trabajo, de comer, incluso dando cobijo al que lo necesitaba. Hoy ves incluso a costaleros arreglados».

 

«La figura del costalero es más valorada en la actualidad, antes no lo era. La gran diferencia es que antes las personas por sacar pasos tenían para comer durante todo el año y hoy día tienes que llegar a pagar por meterte debajo de un paso», afirma. 

 

Actualidad

Repasando temas de actualidad como laexclusividad –que una hermandad sólo permita al costalero sacar su cofradía–, Antonio López indica que «la exclusividad por sacar una cofradía, si lo hacen, deben hacerlo también con el capataz para tener igualdad para todos».  

 

Otro de los asuntos tratados fue la gran cantidad de cambios en los martillos una vez finalizada la Semana Santa, algo que achaca a las juntas de gobierno: «Antes mandaba el mayordomo cuando hoy todos los miembros de una junta tienen el mismo derecho a votar sobre el asunto. Eran tiempos distintos». Por otro lado, es conocido que cuando un capataz es destituído o cesado, otros presentan sus credenciales y se postulan para coger un martillo, presentando un proyecto material con documentación gráfica inclusive, a lo que El López responde... «Una hermandad si requiere de mis servicios debe ir en mi busca, yo no tengo ese afán de ir a por un martillo». Asimismo, destaca que es partidario de que «los costaleros no sean hermanos y si lo son es porque quieren de verdad a una hermandad sin tener necesidad ni la obligación de hacerlo». 

  

Tiene un gran respeto hacia el costalero, ya que opina que ser costalero es un oficio muy duro. «El Jueves Santo me despedía de mi mujer porque no la vería más hasta el Domingo de Resurrección, ya que ibamos a la Quinta Angustia, después a Triana o el Silencio, el Viernes a Montserrat y el Sábado Santo a Castilleja, y mi único sitio de descanso era el resguardo que el capataz nos buscaba para al menos poder cambiarnos de ropa», recuerda. «Para tener esa fuerza teníamos que pensar en lo que llevábamos arriba, en nuestra madre y en tener una gran fortaleza psicólógica. Si un costalero lo hacía hoy también puede estar preparado para sacar las cofradías que quiera por estar más preparado físicamente que antes, siempre dentro de sus posibilidades», añade.

 

Ve un gran futuro y una gran calidad en la formación de los costaleros, al pensar que lo viven más que en el pasado y apreciar que están mejor preparados. También quiere destacar la gran labor caritativa de los costaleros: «En estos tiempos que corren vemos a las hermandades volcadas en la acción social. Una de las actividades más destacables es la recogida de alimentos, algo que los costaleros llevaban a cabo para dar de comer a los más necesitados como es el caso que sucedía en el colegio de San José de la Montaña».

 

Mucha es la diversidad en los estilos de andar de los pasos. Antonio, respetando cada uno de ellos, es de los que opina que los pasos deben «empujar para arriba y andar de frente para poder, así, aliviar la gran cantidad de kilos que hay que llevar a la espalda». 

 

Por último, destaca que ha sido igualmente feliz fue de costalero como capataz, ha vivido «momentos diferentes» pero sintiéndose orgulloso siempre de cómo ve a los padres, hijos y nietos heredando un oficio tan bonito como es la de ser costalero... «Porque Sevilla es costalera». 

 

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