jueves, 26 de noviembre de 2015

escultor - antonio bernal redondo

Antonio Bernal Redondo
D. Antonio Bernal Redondo, nace en Córdoba en el año 1957. A pesar de haber estudiado Artes y Oficios, el escaso apoyo familiar ante una profesión de dudoso porvenir le lleva a orientar su futuro profesional lejos del arte, trabajando como delineante para el Ministerio y para la Empresa de Aguas de Córdoba durante 17 años. Sin embargo, no abandona por completo su afición.
Compagina su trabajo con la realización de múltiples cursos para conocer y perfeccionar diferentes técnicas, consiguiendo mostrar sus pinturas en exposiciones en Córdoba y realizando bustos y retratos por encargo.
Con treinta años, decide dar un vuelco a su vida profesional dedicándose por entero a la escultura y, junto a su amigo Francisco Romero Zafra, presenta una exposición en la Diputación de Córdoba. De esta exposición sale el primer encargo para la talla en madera de un Nazareno para la localidad de Adamuz.
A partir de ese momento comienza su etapa escultórica, con un aprendizaje autodidacta y ganas de conocer cuanto pueda del mundo de la imaginería.
Tras su primera obra, los encargos se suceden a la vez que imparte clase de diseño en un centro de moda.
Las obras se suceden y, poco a poco, su obra se afianza ascendiendo el número de contratos y de destinos: Córdoba y provincia, Málaga, Jaén, Cuenca, Islas Canarias, Venezuela, etc.
En el año 2001, Antonio Bernal y Francisco Romero deciden separarse e iniciar una nueva y necesaria etapa.
En cuanto a su Obra: En el primer período, restaura numerosas imágenes y realiza varias tallas. En 1993, las críticas a su primera talla procesional se vuelven elogios hacia su primer grupo escultórico para Córdoba, y se reconoce la calidad artística de una gubia que sorprende y que supo conjugar perfectamente la talla del titularcon unas figuras que no sólo no son secundarias sino que adquieren protagonismo propio en perfecta conjunción con el todo. Para él, esa figura que antes carecía de valor es ahora una protagonista más. La dota de vida propia. Después de este misterio talla una Inmaculada para Badajoz, un San Juan para una Santa Cena de Jaén que el mismo terminará, un crucificado para Montilla y una Esperanza. Durante todos estos años lleva a cabo numerosas e importantes restauraciones, así como ejecuciones de imágenes de Vírgenes, Cristos y figuras secundarias, así como numerosos e impresionantes grupos escultóricos para diferentes localidades, como Montilla, Córdoba, Ibros, Cuenca, Sta. Cruz de Tenerife, Málaga, Jaén, Badajoz, Montemayor, Alicante, Cabra y actualmente Viveiro.
Como rasgo más representativo de su obra destaca la figura secundaria. La toma del natural, es la forma de lograrlo. Aunque su influencia de los siglos XVII y XVIII no la esconde, dice que lo fundamental es el aporte del artista y la personalización del detalle. Es el detalle algo fundamental y característico en su obra, a la que dota de un toque especial. Igual importancia toman las miradas entre sus figuras. En el pueblo encuentra los rostros, los gestos la vida...
Acomete su trabajo en varias partes siendo la primera una composición mental que traslada a papel. Una vez dibujado y según sea un grupo escultórico o una talla, crea una pequeña maqueta de la obra o recrea un modelo mayor en barro. Seguidamente se centra en el busto del personaje y luego comienza con el sacado de puntos para la madera. Finalmente estuca y lija la madera para policromarla y vestirla.

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