Que el mundo de la carga despierta expectación es algo innegable. Solo había que darse un vistazo ayer por la sede social de la Asociación de Cargadores Virgen de la Victoria en la calle Doctor Marañón para comprobarlo. Enorme expectación con la presencia de algunos capataces y muchos destacados cofrades que no quisieron perderse un entretenido debate que duró más de dos horas. Y que pudo haberse prolongado hasta la madrugada.
Paco Coto se encargó de moderar una mesa redonda en la que se analizaron las formas de cargas de tres localidades con tanto peso como San Fernando, Jerez o Sanlúcar de Barrameda que estuvieron magníficamente representadas en la tertulia por José Martín Pérez, Martín Gómez y Antonio Cores. Sus explicaciones fueron el prólogo de un posterior debate que contó con una importante participación de los presentes que llenaron una entidad que se quedó pequeña desde minutos antes del inicio.
José Martín Pérez, capataz isleño, relató que en San Fernando trabajan con una “almohadilla de lana vieja que se une al palo a través de una cuerda”. Asimismo resaltó “la influencia militar y el hecho de que el trabajo en la salina había marcado el lenguaje que se emplea” en una localidad donde lo que prima es el costal. Para ilustrarlo estableció una curiosa comparación entre “la forma de cambiar el cuerpo y el trabajo que se hace cuando se da la vuelta a la sal en una candray”. Igualmente incidió en la presencia de muchos aficionados en el mundo de la carga. El reconocido capataz isleño señaló igualmente que muchos trabajadores de Navantia o la Bazán eran los que “después se metían a ensayar” y explicó el sistema utilizado por los Jóvenes Cargadores Cofrades, un colectivo que presidió durante algunos años. En la actualidad este grupo saca 14 ó 15 pasos y una comisión es la que se encarga de organizar a la cuadrilla y el capataz queda al margen. El colectivo engloba en la actualidad a unos 400 cargadores.
Martín Goméz, capataz jerezano, resaltó que “todo es digno si se hace de corazón”. Asimismo hizo una retrospectiva sobre la carga en Jerez: “Al principio había pocos pasos que se cargaran por debajo y con trabajaderas longitudinales. Ahí se sitúan los inicios de la costalería en Jerez. Hay una evolución y llegan pasos de Sevilla e incluso se importan cuadrillas de la capital hispalense. Aparecen Manuel Letrán y El Papi que trabajaba en la capital andaluza en el sector de la cablería y había participado con costaleros profesionales allí”. De esta manera relató que “se inventó la molía, una manta que es enrollada por dos personas, se dobla sobre la rodilla y toma la forma de una herradura”. El propio Martín Gómez se lamentó de “la llegada de la juventud a las cofradías que está creando un absurdo debate entre el costal y la molía”. Requerido sobre la carga en Cádiz fue rotundo al afirmar que “defiendo la carga tradicional de Cádiz para hay que respetar la evolución”. Finalmente definió la labor del costalero como una actividad “vocacional”.
Antonio Cores, capataz en Sanlúcar, lamentó que “en Sanlúcar se está perdiendo el cincho” y criticó sin tapujos a los “cofrades que quieren cambiar el sistema de carga”. Igualmente reconoció que “hay muca gente que se mete en los pasos por afición y la devoción se está perdiendo. La gente quieren kilos en su hermandad y se vacían con el paso de su cofradía. En 2014 hubo pasos que hasta con dos cuadrillas costó recogerlos”. Asimismo explicó que “en el cincho no hay relevos” y relató que “esta herramienta la llevaba antes el burro por debajo de su cuerpo”. En cuanto a la disposición adelantó que “llevan los palos longitudinales y una zambrana a unos 50 centímetros del suelo” y confesó que para trabajar “es muy complicado”. Finalmente no escondió que “en Sevilla hay cosas muy buenas pero otras muy malas que se están importando a Sanlúcar. Vemos una tormenta y nos la queremos traer”, antes de aclarar que en su localidad la evolución “ha sido del cincho a la molía y de la molía al costal”. Se lamentó igualmente que algunos les degraden llamándoles “cincheros”.
En el turno de preguntas, los contertulios coincidieron en la necesidad de que se respeten todos los extremos, tanto a los tradicionalistas como a aquellos que quieren innovar. Martín Pérez relató una curiosa anécdota de un cargador gaditano que portaba el paso de los Afligidos en la Semana Santa isleña. Martín Gómez fue especialmente vehemente con “los que se meten en los pasos y van de protagonistas” y expuso una foto de un costalero al que no se le veían los ojos y que calificó de “porquería”. Ninguno quiso posicionarse claramente sobre la forma más cómoda para cargar. Para concluir rechazaron la compatibilidad del alcohol y la carga. Antonio Cores puso un ejemplo muy ilustrativo de un ensayo donde dos de sus hombres se tomaron tres litros de cerveza antes de ensayar.
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