miércoles, 11 de noviembre de 2015

Exposiocion de olmo

Hijos de Olmo, un taller aún muy desconocido y que nace para dotar de calidad el bordado en un tiempo en el que Juan Manuel se las llevaba de calle. Junto a este nombre otro indisoluble, el de Herminia Álvarez Udell…

Salud del Olmo ante el Simpecado de la hermandad del Silencio

Hay poca documentación sobre el origen de este taller. José del Olmo, su fundador, es confundido en ciertas ocasiones con su padre Miguel porque toman su nombre como marca. José y su hermano se hacen cargo de la cordonería que su progenitor poseía en la calle Francos (actual tienda de Spagnolo) y al casarse este último inicia el taller de bordado. Lo instala en su vivienda de Muñoz y Pabón donde a lo largo de grandes salones se disponían los bastidores que vieron nacer el estilo de El Silencio.

José del Olmo llega a ser hermano del Silencio, el Amor y como buen pastoreño, de la de Santa Marina. En la de los primitivos nazarenos surge el matrimonio profesional entre el bordador-gestor y la diseñadora doña Herminia. Les toca vi una época, los años previos a 1929, dados a la innovación y a la superación artística.

Les llega el encargo de ejecución del manto de la Virgen de la Concepción siendo ambos hermanos de la corporación y pese a que se habían presentado bocetos de otros artistas. Herminia sigue un estilo historicista, versionando modos pasados. “…no se pueden definir sus formas exactas. Utiliza bordados antiguos con carga mudéjar. Se ve muy influenciada por el Modernismo. Si sacáramos fuera un detalle de su bordado veríamos como se corresponde absolutamente con esta época” observa el proyectista Javier Sánchez de los Reyes, quien se ha encargado de estudiar su trayectoria. Fue una mujer de buena familia. Uno de sus hermanos, un reconocido cantante lírico y otro cuyo nombre aparece relacionado con la masonería local.

Mantos protagonistas de la exposición de Olmo

No cuenta con estudios universitarios aunque sí técnicos. Hasta entrar en el taller de Olmo había llevado a cabo las tareas propias de un ama de casa. “Sus bordados presentan una particularidad heredada de los ajuares domésticos: personaliza la cofradía. Toma una cenefa y la utiliza para todo el conjunto: manto, faldones, bocinas… El palio de la Virgen del Patrocinio tiene el mismo remate en todo su conjunto. Así da un sello propio a cada hermandad” observa Sánchez de los Reyes. En sus trabajos siempre emplea motivos florales. Nunca animales o ángeles. A través de su aguja esculpe diferentes formas inspiradas en Bizancio y con el lirio como elemento principal.

Detalle del techo de palio de la Virgen de la Concepción del Silencio 

Tres grandes obras del bordado

La muestra, organizada en el Hospital de la Caridad, ha servido para reunir tres piezas maestras: el manto de la Virgen de la Concepción, junto al de la Virgen de las Lágrimas y la Virgen del Patrocinio. Su nieto, José Quintana del Olmo y su esposa Concha sirven de perfectos cicerones de esta exposición. Él no conoció a su abuelo pero lo recuerda igual de bien gracias a las vivencias de su madre. Salud, una entrañable abuela de 90 años, es hermana del Silencio y está a punto de cumplir las bodas de platino como hermana del Amor. Sus piernas, hoy día, ya a veces le traicionan pero ha recorrido muy orgullosa esta exposición que rinde un merecido homenaje a su padre. Ambos recuerdan cómo el palio de la Virgen de la Concepción se borda mientras en el taller está establecido en Muñoz y Pabón: su última morada.

Techo de palio de la Virgen del Patrocinio donde se introdujo malla combinada con tela bordada 

El tercer pilar básico para estos trabajos fue la maestra de taller Conchita Fernández del Toro. Tomaba a Salud sobre sus rodillas durante la labor y de ahí que lo viviera muy de cerca, que la recordara tan vivamente. Tanto el doctor Quintana como su madre Salud tienen como obra preferida el Simpecado del Silencio. Bordado a dos caras “…aquí intervinieron mi abuelo y Conchita. Cada uno tomaba la aguja e hilo por cada paño y bordaban al unísono”. El nieto del artista siente profunda admiración por el manto de la Virgen de las Lágrimas y el techo de la Virgen de la Concepción. Orgulloso se sitúa ante este último y señala “…tal vez por esto se le reconozca como el orfebre del bordado. Es admirable el volumen de las flores de ornamentación. Asombroso el remate de cada puntada y la terminación de cada figura. Absolutamente perfecto”.

Para Javier Sánchez de los Reyes, “el manto de la Virgen de la Concepción no es copia pero sí una versión del de la Virgen del Voto”. Como mujer de esta época es víctima del machismo reinante “Herminia introduce la malla emulando a Rodríguez Ojeda que era quien entonces daba el campanazo. Había rivalidad artística por ver quien presentaba algo nuevo”. Esta técnica la introduce en el original paso de la Virgen del Patrocinio e inventa sus singulares cordones para los varales. “…cuando se restaura por primera vez llaman a mi madre para preguntarle si sabía cómo desmontar aquello. Eran de una complejidad y perfección tal que no sabían cómo meterle mano” recuerda el nieto del bordador.

El nieto de Olmo ante el Simpecado del Silencio

Sin embargo existe poca visibilidad de Herminia, posiblemente porque era mujer “…en el Silencio sí se le cita con la túnica del Señor, pero en los documentos antiguos de la hermandad del Cachorro no se le nombra como autora de los dibujos del palio” observa este proyectista.

Ojeda vs Olmo

El manto, estrenado entonces sobre los hombros de la antigua Virgen de la Concepción de Cristóbal Ramos, había gustado y la manufactura de este taller toma impulso haciendo posteriormente el techo. Para su nieto fue un hándicap el que las piezas de Olmo fueran de tan excelsa calidad y esto le quitó clientela “…introducía hojilla de oro y plata y esto encarecía mucho el bordado” observa.

Rodríguez Ojeda y Olmo fueron coetáneos en sus trabajos hasta que, aquejado por la crisis económica, cierra el taller de este último en 1931. Sobre si existió cierta rivalidad, “sombra no le hizo Rodríguez Ojeda a del Olmo. El primero era más comercial; Olmo era de clientela más selecta sin quitar méritos al palio de la Amargura o Macarena. Rodríguez Ojeda espolea el resto de talleres con su innovación” admite Sánchez de los Reyes.

José Quintana y su mujer, Concha, ante el techo de palio de la Virgen de la Concepción del Silencio

Anécdotas en torno a un taller

Curiosidades muchas en torno al taller de Olmo. La más recordada por Salud cuando la del Cachorro no tenía posibles para atender el pago del nuevo estandarte. Su padre se negó a entregarlo hasta que una anónima mano piadosa se rascó el bolsillo. Hay quien asegura que fue la de Juan Belmonte. Entonces su padre llevó aprisa y corriendo, en un taxi, la obra hasta el Patrocinio poco antes de la salida procesional.

Túnica de Jesús Nazareno del Silencio con diseño de Herminia Álvarez 

Una novia vistió la misma tela que la del primitivo manto de la Paz “… con el tejido sobrante dio para que mi prima Marisa tuviera traje” recuerda Quintana. Otro hecho ocurrido despierta su sonrisa “… mi abuelo era canastilla del Silencio. Durante la Madrugá observa como un nazareno porta un ostentoso anillo en su mano que no duda en retirarle al instante durante la estación de penitencia y de un delicado tirón”. Posteriormente su propietario tuvo que ir a buscarlo al comercio familiar y así este hecho está recogido en documentos de la hermandad.

Detalle de bordado del Simpecado del Silencio

La vitrina de los recuerdos

Llama la atención al poco de entrar en la muestra una vitrina con los recuerdos más íntimos de la familia. Un libreto con un título ‘El soltero de oro’…lo escribe del Olmo dedicándolo a uno de sus hijos que no pasaba por la vicaría. Se observa como a cada miembro de la familia otorga un papel y servía para la representación de divertidas obras. Acoge también dos pequeños mantos para sendas pequeñas tallas de la Pastora que aún conserva Quintana del Olmo y su esposa. Restos de hojilla de oro y plata que eran fundidas una y otra vez para obtener el preciado material… Tesoros sentimentales. Son aquellos que se salvaron de la riada de los años 60 mientras los descendientes de la familia del Olmo vivían en El Fontanal. Se perdieron muchos enseres y muchas historias detrás. Gracias a la ‘Operación Clavel’, recuerda el doctor con una sonrisa, “llegaron varias latas de leche en polvo y dos colchones que usé hasta casi el día de mi boda”.

La vitrina de los recuerdos del taller de Olmos

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