jueves, 10 de septiembre de 2015

La carrera oficial no puede esperar

Treinta años, que se escribe pronto, lleva madurando Jesús Creagh, solvente cofrade donde los haya, una nueva Carrera Oficial para la Semana Santa de Sevilla. Cifra dada a conoceren las páginas de ABC de Sevilla por José Cretario. Treinta años intentando mejorar lo que hay actualmente, un modelo que, a todas luces, se ha quedado desfasado y, lo que es más importante, es peligroso en cuanto a seguridad.

La reforma de  la Carrera Oficial es tan vieja que ya no nos suscita, en la mayoría de las ocasiones, interés alguno. Craso error. Han pasado alcaldes, presidentes del Consejo de Cofradías, delegados de Fiestas Mayores, directores del Cecop, hermanos mayores, cofradías nuevas… y todo sigue igual. O lo que es lo mismo, nadie, absolutamente nadie, le ha querido «meter mano» a la Carrera Oficial.

La ciudad ha ido creciendo, extendiéndose, evolucionando. Y desgraciadamente nadie de los que tienen la potestad de hacer algo ha sido capaz de entrar de lleno en un nuevo modelo de Carrera Oficial. Porque, queramos o no, el verdadero problema de la Semana Santa –horarios, tiempos de paso, cruces, itinerarios al salir de la Catedral, que si yo paso después que tú, que si déjame diez minutos más, que si salgo de mi templo media hora antes…— está en la actual Carrera Oficial. Una ratonera, una especie de «mangá» –perdonen el símil taurino— que está abocada al fracaso en tanto y cuanto no se corresponde con la realidad de la Semana Santa.

No se trata ya de hablar de número de sillas ni de lugares en los que haya sitio para aquellos que no pueden pagar lo que se pide por un lugar en plena Campana o en un palco en la Plaza de San Francisco. Estamos hablando, primero, de seguridad. ¿En qué cabeza cabe que si ocurre una desgracia (Dios no lo quiera) los puntos de evacuación son suficientes? Ése es el primero y principal problema.

Pero luego viene el que he señalado.Las cofradías en la calle han crecido sobremanera y  los tiempos de paso, a lo largo de toda su estación de penitencia, no son los mismos que hace treinta años (que es cuando empieza Jesús Creagh a intentar reformar la Carrera Oficial), lo mismo que la ciudad no es igual que hace tres décadas. Entonces no existían barrios que hoy están a la orden del día, ni hermandades que actualmente van al Templo Metropolitano y están en la nómina de las cofradías. ¿Cómo iba a ser lo mismo ir desde el Cerro del Águila o desde La Negrilla hasta la Plaza Nueva hace treinta años que ahora mismo? No existían entonces ni la Línea 1 de Metro, ni los trenes de cercanías, ni el número de líneas de autobuses ni siquiera la flota de taxis que hay hoy en día.

En todo eso hemos evolucionado y la ciudad, sus gobernantes, han ido adecuando Sevilla a la demanda de sus ciudadanos. Por el contrario, las cuestiones relacionadas con las Hermandades y Cofradías en particular y con la Semana Santa en general es harina de otro costal. Es tabú, algo que no se puede tocar porque existe así desde tiempos inmemoriales. Algo que esgrimen los más recalcitrantes capillitas con poder pero que no tienen reparo de convertir en «tradición» algo que celebran tres años de forma consecutiva.

Estos mandamases que parece que buscan su beneficio propio –en lo concerniente a su hermandad— durante el tiempo que lleven la vara dorada ha tenido, siempre, el amparo de los políticos de turno, que han preferido no entrar en detalles ni  bajar al ruedo de la reforma de la Carrera Oficial no fuesen a perder votos y, por ende, el sillón de alcalde.

Y a los hechos me remito. Gobernantes en estos treinta años han pasado unos cuantos por el despacho del edificio de la Plaza Nueva. Y cada uno ha dejado su impronta con medidas muchas de ellas controvertidas: peatonalización de calles, cambio de nombres de éstas, zona azul, subida de los impuestos…muchas ellas les han puesto al pueblo en contra. Y han aguantado el tirón. Pero ninguno de ellos se ha atrevido a decirles al presidente del Consejo de Cofradías y a los hermanos mayores que la Carrera Oficial tiene que cambiar porque cualquier día va a suceder una desgracia. ¿Qué intereses que no alcanzamos a vislumbrar existen para no dar ese paso que no solo es necesario sino que debe ser obligatorio? Ni fías ni porfías con las cofradías, que reza el dicho popular.

Treinta años, treinta lleva madurando Jesús Creagh, uno de los cofrades más reputados que conozco, la «nueva» Carrera Oficial. Por ahora todo sigue igual: dimes y diretes sobre horarios, itinerarios, tiempos de paso, la Madrugada por aquí o por allá. Y no nos damos cuenta, no queremos verlo, que el verdadero problema es la Carrera Oficial.

¿Habrá que esperar otros treinta años? Yo, por si acaso, no apostaba

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