Además del Cristo de la Humildad y Paciencia, desconocido por muchos, y de las imágenes titulares de la Cena, el templo guarda entre sus muros un magnífico patrimonio desconocido: una imagen de la que se piensa que pudo ser la primitiva Virgen del Rocío, un Ecce Homo de Ocampoo un San Francisco de Felipe de Ribas. De ma mano de Jesús Gabaldón, descubrimos los secretos de Los Terceros.
Cuenta la leyenda que la Virgen se le apareció a un pastor en Bollullos Par del Condado. Allí se erigió una ermita que albergó a Santa María de la Moraniña(“donde moran las niñas” de Pérez de Guzmán), una talla del siglo XIII que gozó de una gran devoción, impulsada por la Orden de los Franciscanos Terceros, donde incluso se llegaron a crear hermandades filiales.
Cuando en 1602 la orden se trasladó a Sevilla, se llevaron de aquella ermita a la Virgen para que presidiera el imponente retablo del por entonces convento de los Terceros. El pueblo no paró de pleitear, ydurante cuatrocientos años reclamaron la vuelta de la Virgen, hoy bajo la advocación de Consolación. No regresó, e incluso la hermandad de gloria que le daba culto en el templo sigue en vigor, aunque no tiene hermanos.
Aquella Virgen pequeña, de una sola pieza, y que fue transformada en el XVIII, guarda un secreto aún más impactante, y es que según Hernández Díaz, se trata de la primitiva Virgen del Rocío, algo muy discutido por los historiadores, pero que deja entreabierta una puerta dadas las similitudes y la cercanía con la aparición de la Virgen del Rocío.
La Virgen de Consolación, sea o no la primitiva Virgen del Rocío, preside la iglesia de los Terceros, sede actual de la Hermandad de la Cena, a la que da nombre pero de la que casi nadie sabe su verdadera historia, y que es llamada cariñosamente como la «Chiquitita».
El historiador de la hermandad, Jesús Gabaldón, desvela cada rincón oculto de este valioso templo, que alberga imágenes con enorme valor artístico e histórico, pero que son muy desconocidas.
De esta forma, del retablo mayor, acudimos al retablo que está a la derecha, donde hay un busto de un Ecce Homo obra de Francisco de Ocampo, que tiene un enorme parecido con Nuestro Padre Jesús Nazarenode la Hermandad del Silencio. Esta imagen está en una hornacina porque, según indica Gabaldón, «en los años 80 fue prestada para una exposición y regresó sin la caña, la clámide ni la corona de espinas». Por ello decidieron preservarlo en una vitrina, para evitar que volviera a suceder.
Justo encima, suele pasar desapercibida una talla de San Francisco de Asís, obra documentada de Felipe de Ribas, que está representado con el hábito de peregrino y las cinco llagas. Se trata, según el historiador, de «una de las mejores imágenes del templo, que llegó a tener hasta una pía unión, en la actual capilla del Sagrario, que sacaba a la imagen por la feligresía».
Santas Justa y Rufina
En una de las capillas de la nave lateral derecha del templo están las Santas Justa y Rufina que pertenecieron al desaparecidoconvento de la calle Vírgenes, que toma el nombre precisamente por estas santas patronas de Sevilla. Son dos imágenes anónimas del siglo XVI que llegaron tras la desamortización de aquel convento, en el XIX, hasta los Terceros. Pepe Peregil, el mítico saetero y tabernero fallecido el pasado año, fue quien regaló la Giralda que acompaña a las santas.
En la otra nave, junto a la puerta de acceso al templo, hay un magnífico crucificado de Fernán Pérez Caballero, que no está finalizado en su parte posterior al ser de retablo. De esta imagen desconocida, dicen que vino a ocupar el vacío dejado por el Cristo del Amor cuando abandonó el templo de los Terceros. Un Crucificado que, junto con el San Francisco antes mencionado, formaban el misterio del abrazo místico del santo con la Cruz en el Calvario. Otra de las particularidades que tiene esta imagen es que los pies los tiene enclavados por separado.
No tiene nombre y nunca fue titular de una hermandad, aunque estuvo a punto de serlo ya que la Trinidad se interesó por esta tallaantes de encargar a Hernández León la ejecución del primitivo Cristo de las Cinco Llagas. «Los hermanos más antiguos de la Cena conocieron a este Cristo presidiendo la actual capilla del Sagrario, junto con el San Francisco», cuenta Jesús Gabaldón.
Junto al Cristo sin nombre, en una capilla, se puede apreciar un enorme lienzo anónimo de la Virgen de los Reyes, tal y como se representaba antiguamente, escoltada por San Joaquín y Santa Ana y, debajo, el Rey San Fernando. «¿Te suena de algo esta composición?», pregunta Gabaldón. Él mismo responde: «se trata de uno de los múltiples bocetos que participaron en el concurso para realizar el retablo de la Capilla Real de la Catedral».
¿El Gran Poder?
Ya en la capilla Sacramental, justo al entrar, a la izquierda, hay un retablo que cobija a un Nazareno con la cruz a cuestas que tiene cierto parecido al Señor de Sevilla, si bien, como confirma el historiador de la Hermandad de la Cena, “no tiene nada que ver con Juan de Mesa, como nada tiene que ver con la Reina Isabel II”. Y es que fue una tal Isabel Segunda Reina quien regaló esta imagen de talla completa.
A sus pies hay una imagen pequeñita de laCaridad del Cobre, patrona de Cuba. Cuenta Gabaldón que vino un cubano a la hermandad en los años 50 y regaló esta Virgen, con la condición de que fuera en la delantera del paso de palio de la Virgen del Subterráneo. «Finalmente no fue así y se marchó enfadado con la hermandad», indica.
En esta capilla, además del impresionante apostolado de Ortega Bru y del Señor de la Sagrada Cena de Sebastián Santos, hay también una Inmaculada del XVIII, unosarcángeles de los hermanos Dionisio y Felipe de Ribas, y pequeñas tallas de los santos mártires japoneses de la orden franciscana.
El sagrario, por su parte, fue realizado gracias al dinero que dejó en las arcas de la hermandad la venta del antiguo apostolado de Bidón, entre otros enseres.
Los bustos del Señor de la Cena
La hermandad conserva en la sacristía del templo la cabeza del antiguo titular de la hermandad, que realizó en 1860 Gutiérrez Reyes-Cano. «La Cena siempre fue una hermandad de Virgen, aunque con el tiempo ha ido tomando devoción el Señor. Por ello, a lo largo de los siglos se ha cambiado la imagen varias veces. La primera fue de Jerónimo Hernández, que la quemamos literalmente en el XIX para que los franceses no se la llevaran en Omnium Sactorum. Luego llegó esta imagen de Gutiérrez Reyes-Cano, que finalmente fue sustituida en 1955 por la actual de Sebastián Santos», cuenta Jesús Gabaldón.
El Señor de la Cena de Gutiérrez Reyes-Cano llegó a ser premiado en un concurso, «aunque creo que hubo algo de enchufe», comenta irónicamente.
Otro de los bustos que tiene la hermandad es el boceto del actual Cristo, de Sebastián Santos, que está policromado y que está guardado en las dependencias de la corporación.
Son algunas de los secretos que guarda el templo de los Terceros, uno de los que ha acogido a un mayor número de hermandades a lo largo de la historia y de las que aún permanecen vivas huellas que dejaron.
Una iglesia pegada a una mezquita
Otra de las curiosidades que alberga la iglesia de los Terceros es que es el único templo en Sevilla que da pared con pared con una mezquita musulmana, y es todo un ejemplo de convivencia intercultural y religiosa. Según el historiador Jesús Gabaldón, prioste de la Hermandad de la Cena, «tenemos una relación muy buena con los miembros de la mezquita y el imán».
De hecho, afirma que es una mezquitaalejada de la ortodoxia musulmana, ya que tienen un cartel en la puerta que pone que las mujeres deben vestirse al modo occidental. No obstante, cuenta una anécdota que les ocurrió la pasada Semana Santa: «Nosotros instalamos megáfonos el Domingo de Ramos en el patio, en la sacristía y en la iglesia. El Viernes Santo, mientras desmontábamos los pasos, teníamos marchas puestas a todo volumen y se nos olvidó apagar los megáfonos. Los pobres tuvieron que venir porque no los dejábamos rezar».
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