El Bacalao se puso en 1922 y fue retirado en 1976 (gentileza de Julio Dominguez Arjona, "La Sevilla que Vivimos") |
En Sevilla tenemos todo un nomenclátor de topónimos populares que hacen referencia a elementos urbanos que desaparecieron hace muchos años, pero que se conservan vivos en la memoria de la ciudad. Por ejemplo, las puertas de la muralla. Aunque la que menos hace siglo y medio que la derribaron, siguen figurando en este callejero popular la Puerta de la Carne, la Puerta Real, la Puerta Carmona. Y sin ir al siglo XIX: a la plaza de Jerónimo de Córdoba no se le llama así, sino del Rialto, por el cine que allí había, cerrado hace ya un chaparrón de años. Lo mismo pasa con la Cuesta del Bacalao. En esta Sevilla llana como la palma de una mano abierta, que dijo Pedro Salinas, hay dos cuestas: la del Rosario y la del Bacalao. Cuesta del Rosario es su nombre oficial. Pero la Cuesta del Bacalao no se llama así, sino Conteros y Argote de Molina. Nadie se lo dice. La mienta por la muestra en forma de bacalao de una tienda de ultramarinos que allí había, en la esquina con Placentines. La tienda El Bacalao, por su muestra, le dio nombre a la cuesta más cofradiera de Sevilla. Pero El Bacalao cerró hace ya más de cuarenta años y la muestra, el gigantesco pez teleósteo de madera, fue descolgada de su lugar. El sevillanísimo bacalao de los soldaditos de Pavía, de las tortillitas de bacalao y del bacalati con tomati; el bacalao que da nombre a los estandartes de las cofradías; el imprescindible bacalao cuaresmal, fue descolgado de su esquina, pero los sevillanos lo dejaron colgado en el callejero popular de modo imperecedero. |
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